El vuelo de la izquierda
Aquí comenzó el vuelo de la izquierda. Toma de la Bastilla, 1789,
capítulo inicial de la Revolución Francesa. Representación watercolor
por Jean-Pierre Hoüel. Biblioteca Nacional de Francia.
capítulo inicial de la Revolución Francesa. Representación watercolor
por Jean-Pierre Hoüel. Biblioteca Nacional de Francia.
Por
Antonio Ramos Z.
Todo vale
¿Nueva izquierda? No la del libertario Wright
Mills. Léase izquierda postmoderna del siglo XXI, del postcomunismo y el
globalismo, muy chic, sin la hoz y el martillo, cambia casaca, a veces
izquierda de derechas, o arrebatada ultraizquierda traumada y nostálgica. Una
izquierda que, tras la caída del muro de Berlín, perdió el puesto de mando, pero no su peso y su platea.
Al
izquierdista se le llama “progre” (progresista), y en Estados Unidos son los “liberales”,
en su mayoría afiliados al partido demócrata, el filósofo Noam Chomsky es su
gurú ilustrado. Pero un teólogo de la liberación, que no mata ni una mosca,
puede autocalificarse de izquierda (el cura Frei Betto, un enamorado de Fidel
Castro). Se dan casos curiosos: Einstein abogaba por el socialismo, a lo
sionista. Tenemos a Obama, presidente del llamado “imperio norteamericano”, con
un curriculum de izquierda, en este momento criticado por los dos bandos, liberales
de categoría como David Rieff, y por Thomas Sowell, reconocido economista afroamericano
de derecha. Un caso siquiátrico es el Hollywood “políticamente correcto”, con
sus millonarios adictos a los dictadores: Sean Penn, Danny Glover, Michael
Moore. ¿Analfabetismo político, narcisismo, reality show, negocio? Ya todo
vale.
La
amalgama heterogénea, pero consanguínea, de antiglobalistas, anarquistas, “indignados
contra Wall Street”, neocomunistas, libertarios, ambientalistas y socialistas
del siglo XXI (chavistas) es con frecuencia identificada con el ala radical de la
izquierda, no es del todo cierto, no existe una Izquierda estandarizada anticapitalista
y pro-totalitaria, hay matices como en todo, hay izquierdistas demócratas, como
Bobbio. Filosóficamente y de facto un alto cúmulo de militantes sí son fans
antisistema y contraculturales: todos comparten ideales sectarios y nihilistas,
anticapitalistas, antifascistas, chovinistas, socialistas, maoístas y comunistas.
La
izquierda como tal se considera la depositaria innata del bien social y de la
salvación de los pobres, heraldo de lo nuevo (“Nouveau régime”, como acuñaron
los revolucionarios franceses de 1789) y
de los cambios positivos hacia la modernidad, es la contra derecha. En este
sentido, la derecha equivale a la opción conservadora, retardo, “ancien régime”,
obsolescencia, desigualdad, la fuente del mal, de la explotación del hombre por
el hombre. Eso suena romántico, hasta que la historia defraudó a la teoría. Saint-Simon,
Owens, Proudhon, Bakunin, Hegel, y los sueños de Marx y Engels (le llamaron
comunismo científico) desembocaron en la ingeniería social marxista-leninista y
el nacionalsocialismo fascista (Mussolini y Hitler), el mundo fue un campo de
batalla, de odios irracionales y sofismas. Sigue siéndolo, pero con nuevos desafíos
y métodos. La izquierda política actual es más consciente de que no es la única
palanca de los cambios históricos, por tanto, han pasado a la fase de camaleón
postmoderno, con nuevas tácticas, entremezclándose en el mainstream con las grandes élites políticas.
La “utopía desarmada”:
no se lo crea.
Tampoco la Izquierda es un “fósil de
pensamiento” ni una “utopía desarmada”, debido al naufragio soviético, como se
ha dicho. Los martillazos del 1989 no fueron en su cabeza, sino en la Guerra
Fría. Mucho antes, el abrazo de Mao y Nixon había iniciado una nueva era de convergencia
y “praxis” que significó un canto de cisne del viejo orden, pero no el fin de
los contrarios que desde el caso Dreyfus, con Zola, dominaron la escena ideológica,
izquierda versus derecha, eurocomunismo versus comunismo ortodoxo. Las
antípodas, los periecos, siempre van a existir; idealismos y antítesis; pregunten
a Zenón, a Kant y Hegel, a Martí y Spencer, a Marx, al fantasma de la
revolución francesa, a Sartre (estalinista) y Camus (antiestalinista), a Revel
(centrista), a Ortega y Gasset (liberal social), al revisionista Bernstein, a los
cementerios de la guerra y las ilusiones.
Claro
que no es lo mismo un jacobino que un revolucionario de estos tiempos. Algo ha
cambiado en el arte de la dominación y el disfraz. La tentación de las ideas en
Occidente pasa por el libre mercado, los paraísos fiscales, los derechos
humanos, y por el filtro de la democracia, por los requerimientos del
victorioso Nuevo Orden. ¿Qué es eso? Que manda el capitalismo tecnocrático global,
la ideología del patrón y el “mundo feliz” hedonista (cirenaicos, epicúreos y los
espectros liberales), en lugar de la utopía guerrillera y las máculas
sistémicas totalitarias (fascismo, nazismo y comunismo). Sería una locura
resucitar el programa de Gotha y al Che Guevara (violencia), cuando es más atractivo
disfrutar del nuevo ethos: el utilitarismo y el consumo, el seguro de desempleo,
la “sociedad abierta” de George Soros, ser académico bien pagado, la
civilización del espectáculo, la crematística de la imagen y el juego del poder,
basado en el arte de ganar la votación de los televidentes ilusos.
Opciones:
izquierda Light, tercera vía y caballo de Troya
Las nuevas reglas proscriben los excesos. En
gran parte de la Unión Europea nadie querría demoler el llamado “capitalismo popular”
o “del bienestar”, por ejemplo el modelo socialista sueco. En muchos países
europeos gobierna la izquierda, pero ¿qué izquierda? Una socialdemocracia
funcional antidogmática que ve normal la alternancia de poder y la coexistencia
de clases. La poderosa Alemania es centrista, con inclinación a la derecha
debido a la crisis de la emigración musulmana. En Inglaterra se dio el caso de
Tony Blair, laborista de izquierda, que gobernó con patrones de derecha. Europa
es sin duda el reinado de la izquierda Light, cualitativa, benefactora,
neutral, no hostil al capitalismo (euroizquierda de terciopelo). Casos aparte
son Italia, España, Grecia, Portugal, con sus izquierdas atrofiadas y demagogas.
En los expaíses el bloque soviético, especialmente Polonia, Hungría y la
República Checa el capitalismo se ve con buenos ojos. Rusia prefiere a Putin
que a Alexander Solzhenitsyn. América Latina mantiene los anacronismos de la
mentalidad anticapitalista clásica, plagada de castrismo, neomaoísmo y politiquería y, excepto Chile,
repele el liberalismo que encarnan Vargas Llosa y Carlos Alberto Montaner,
seguidores de Hayek, Friedman y Popper.
En
España, la izquierda como la derecha respetan la alternancia de poder, pero ¿qué
pasa cuando el mal gobierno y la corrupción deprimen la economía y golpean al
ciudadano? Surgen los promotores de milagros. Actualmente una tercera vía, de
pretensiones socialistas radicales y propensión separatista, entró al juego.
Enarbola soluciones visionarias comparables al despatarrado chavismo
venezolano. En un contexto político tan complejo como el español, la
discordancia sería anómala si la ambición de poder y el populismo ultra
reformista (con dosis marxista) echara por tierra el consenso pluripartidista.
¿Qué significa esto? Que en política sigue vigente el manejo de cualquier
mensaje ideológico en la búsqueda del poder.
No obstante, es inimaginable que los
españoles se dejen implantar el chavismo catalán (caballo de Troya). Aquí llama
la atención que dos izquierdas se enfrentan, una tradicionalista decadente
(Zapatero) y otra radical, símbolo oportunista de la innovación progre: Pablo Iglesias contra la política rancia.
Por ahora la derecha gobierna, el Partido Popular (PP), y parece claro que
ninguna persona razonable quiere la vuelta al franquismo, ni la confrontación,
menos desmembrar a España. El partido socialista español (PSOE), que le ha
sacado sus buenas lascas a la democracia, sería el primero en bloquear las aspiraciones de un falso redentor
futurista, estilo tercer mundo. Hay que añadir que aunque gobierne la derecha,
no significa que España sea un país democrático de derecha. Pareciera que es
una democracia abierta y estatista, pero lo cierto es que el socialismo, esté o
no en el poder, controla las riendas de una monstruosa burocracia, así como la
cultura, la educación y los medios de comunicación masivos (el llamado “cuarto
poder”, la prensa y la TV), a la vez que intenta controlar el “quinto poder”,
el Internet.
Decadencia en el bastión
de las luces
En muchos países europeos, principalmente en
Francia, actualmente gobernada por el socialista Francois Hollande, la
izquierda es una fuerza política imponente. Desde la revolución francesa proyectó
una identidad intelectual, republicana y antiburguesa, entronizada hasta los
huesos en la sociedad francesa. La cultura francesa, irradiada desde el siglo
de las luces, izquierdisada en la Bastilla y grandiosamente representada:
Diderot, Voltaire, Rousseau, Descartes, Tocqueville, culmina en plena Guerra
Fría con la promoción de una élite especialista, la “divine gauche”, antifascista,
existencialista y marxista, que generó el paradigma del “intelectual
comprometido”: Sartre, Camus, Simone de Beauvoir, Picasso, Paul Eluard, Althusser,
Jacques Lacan, Marcuse, Foucault, muchos otros.
Los
acontecimientos del Mayo francés (1968) y la era del presidente izquierdista Miterrand
(1981-1995) expandió su mística e influencia, paralelo al revisionismo y a una
implosión de desilusiones y deserciones, como la de Camus y Furet; surgieron
nuevas voces, la “nueva filosofía” con Marx ausente o criticado (Bernard-Henry
Lévy, Andre Glucksman, Alain Finkielkraut, Onfray). Los procesos
estalinistas y el fin de la URSS cuestionaron el izquierdismo, al igual que hoy
se le descalifica por su silencio en el tema de las agresiones islámicas. El
desencanto y las deserciones en varios países fueron un escándalo
desmoralizador (Se les fue Orwell, Unamuno, Koestler, Ignazio Silone, Costa
Gavras, André Gide, David Mamet, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Semprún, Ravines,
León Blum, Hitchens, Amis, E. P. Thompson, Gorvachov, etc.)
También
la intelectualidad francesa de derecha (digamos mejor, pensamiento alternativo
y pragmático) tiene sus vacas sagradas: Raymond Aron, Jean-Francois Revel, Francois
Mauriac, André Malraux, Simone Weil, Alain Touraine.
Un
caso conflictivo en la izquierda es el intelectual Régis Debray. Este exguerrillero
de las filas de Che es ahora un opositor del sistema cultural francés regido por
el “poder oculto” de la izquierda política, además de pronosticar “el fin de
los intelectuales”, por estar más preocupados en figurar (venta de imagen, y regalías)
que en pensar.
Italia, la meca
del marxismo a lo Gramsci
Precisamente Debray, en su libro El poder intelectual en Francia, editado
en 1979, revela la maquinaria que rige los interiores de la cultura francesa, el
“poder oculto” de la izquierda, desde la imprenta a la acción mediática y
política, el control educativo, de las universidades y la infiltración en el
aparato estatal y los sindicatos. Esta preponderancia en cotos de influencia de
la sociedad civil mantiene viva su solvencia ideológica, contra viento y marea.
El
marxismo, por estos canales, también respira en las universidades y centros de
la inteligencia (think tank) de los Estados Unidos, influyendo de manera
sistemática y corrosiva en las bases del establishment.
En la actualidad un socialista, el senador Bernie Sanders, ¡de 74 años!,
precandidato demócrata para las próximas elecciones presidenciales, es todo un
ídolo de la juventud norteamericana. En este país, el socialismo libertario y
la nueva izquierda de Wright Mills no son del todo concordantes con el marxismo
original, pero manejan muy bien esa tenaza sarcástica de lo políticamente
correcto, que tanto recuerda la represión verbal comunista.
Italia
es la mejor prueba del triunfo del socialismo evolutivo, mediático, viral, de
sutil escalada en los mandos de gobierno, la mentalidad de las masas y la
sociedad civil, gracias al influjo del filósofo Antonio Gramsci (1891-1937),
uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, en 1921, llamado el
“marxista de las superestructuras”. Sin descartar la propuesta
marxista-leninista de la toma del poder a la fuerza, la opción revolución de
Octubre, Gramsci plantea la importancia de la “hegemonía” cultural y del
dominio de las instituciones de la sociedad civil como fuente de poder. Este
aporte presupone controlar las instituciones civiles, religiosas, el sistema educativo
y los medios de comunicación, hasta conseguir el predominio de todo el sistema
(la dirección intelectual y política de la sociedad, hiper politización de la
cultura). No sé por qué el filósofo italiano Norberto Bobbio ve estos conceptos
distantes de Marx, son más bien la continuación. El gramscismo, su versión
autoritaria, es hoy un fenómeno en expansión dondequiera que la izquierda marxista
impera como conciencia cultural y tribuna crítica. Es el momento de Gramsci, no
de Marx (1). Este tipo de poder omnisciente, de virulenta parcialidad, te puede
fusilar sin balas, si no eres “políticamente correcto”, como bien expone el
escritor Armando de Armas en sendos escritos: “Del totalitarismo marxista al
autoritarismo gramsciano” (2) y “La dictadura del fusilamiento virtual”(3).
Pero,
¿de dónde sale este recurso de pensamiento? Antes que Gramsci, desde la década
de 1890, habían surgido variantes ideológicas, apartadas del marxismo puro, que
ofrecían alcanzar el socialismo mediante la “evolución” pacífica y el activismo
político, sin necesidad de la revolución violenta. Estas ideas, llamadas
revisionistas y atacadas por el comunismo ortodoxo, se debieron a dos
pensadores, el alemán Eduard Bernstein y el socialista internacionalista francés
Jean Jaurés, fundador del periódico L’
Humanité, en 1904, el primero de ellos considerado el teórico de la moderna
socialdemocracia europea. Estos reformistas y sus epٕígonos fueron sin duda una
barrera a la expansión del totalitarismo intelectual. No sé hasta qué fueron
nutrientes del virus Gramsci. Tampoco es atrevido decir que la Italia
intelectual ha copiado los males de la izquierda francesa, la tesis eurocomunista
de Enrico Berlinguer y el estilo del editor y conspirador Feltrinelli.
¿Cómo se manifiesta Gramsci en la sociedad italiana,
qué pasa si profesas una ideología alternativa, no socialista? El escritor
Carlos Carralero, radicado en ese país, habla de su su experiencia:
“Finalizada la segunda guerra mundial, al
devenir Italia en república, se crearon a mi juicio dos poderes, uno horizontal
y otro vertical. El menos visible, el horizontal extendió sus raíces
burocráticas en la base. El poder vertical por muchos años estuvo en manos de
la Democracia Cristiana. Los comunistas también son una fuerza electoral
considerable. El horizontal, aunque nominalmente con menos poder aparente, ha
marcado la sociedad italiana: Ayuntamiento, Prefectura, sistema público de
instrucción, correo, transporte público y otras instituciones, este es el
territorio de la izquierda parasitaria, controlan con arrogancia la cultura, muchas
parcelas de la sociedad civil, como si copiaran el pensamiento de Gramsci,
revolución desde abajo, sociedad de funcionarios culturales y corrupción,
comunismo vulgar… Este poder de las instituciones paralelas ha sido grande. Ha
podido hacer y deshacer a su antojo… En Italia las cosas van peor porque no
existe una pura socialdemocracia, ni tampoco una verdadera derecha; una derecha
con pasión política. Igual que en muchas partes del mundo, industriales,
banqueros, artistas de cine, que no renunciarían ni compartirían jamás su
riqueza, se declaran de izquierda y arremeten contra quien se declare de
derecha, una contradicción enorme, su lógica es de inquisición revolucionaria, autoritaria,
se opusieron a la cultura alternativa propugnada por el movimiento Segundo
Renacimiento creado por Verdiglione”. (Entrevista a Carlos Carralero,
parcialmente publicada) (4).
El aterrizaje forzoso
El vuelo de la izquierda ha sido azaroso,
pero revolucionario, utópico y perifrástico, larga y batalladora marcha para
“tomar el cielo por asalto” y cambiar la historia. El vuelo del cambio
prepotente, de Marat a Zola, de Marx a Lenin y Mao, pasando por la revolución bolchevique
de 1917, la larga marcha de Yenán y la mística del poder proletario; el vuelo
del pathos y el logos, sin Dios, sin lágrimas, razón y muerte, hasta “las
moscas” de Sartre y las purgas de Stalin; cultura del compromiso, del poder
eterno, de la guerra justificada; el vuelo con versos comunales, teorías obligatorias
y falsos cantos de sirena, políticamente correctos. Ese vuelo hasta el culmen
del giro inesperado, en la renovación del tiempo, en la Perestroika
sorprendente y la caída del muro; vuelo con sus viajeros fieles, sus disidentes
y antihéroes, con sus idealistas y tiranos, con su opio rojo promisorio y su
entretenimiento ideológico exhausto. Un aterrizaje forzoso con la nave de los
locos rota y sus tripulantes amotinados. El pensamiento viejo fulminado por la
industria, la tecnología, la ciencia, la apoplejía teórica, la libertad, la
despolarización, los errores de cálculo, las nuevas realidades y filosofías. Un
aterrizaje en medio del nuevo espectáculo
capitalista. Una parada, no el fin de la historia. No todo es pasado
imperfecto. Hay una izquierda empática gobernante que convive con reyes: el
capitalismo social nórdico, Suecia, Dinamarca,
Noruega, Islandia, Finlandia, países del bienestar y la providencia, con
los más altos índices mundiales de calidad de vida, transparencia y libertad;
de Noruega se dice que es el único verdadero socialismo del siglo XXI. El zoon politikón no se detiene. La nueva izquierda se
capitaliza como los comunistas chinos, por si acaso fuma la pipa de la paz, todavía
le queda Gramsci y Maquiavelo.
Notas
- Peter D. Thomas. “The Gramscian Moment: Philosophy, Hegemony and Marxism”. Brill, 2009.
- Armando de Armas. “Del totalitarismo marxista al autoritarismo gramsciano” , en: NeoClub Press, http://neoclubpress.com/del-totalitarismo-marxista-al-autoritarismo-gramsciano-0430789.html
- Armando de Armas. “La dictadura del fusilamiento virtual”, en: Patria de Martí, https://patriademarti.com/articulos-y-ensayos/540-la-dictadura-del-fusilamiento-virtual
- Antonio Ramos Zúñiga. “Verdiglione, el otro Josef K. Conversando con Carlos Carralero”, en: NeoClub Press, http://neoclubpress.com/verdiglione-el-otro-josef-k-conversando-con-carlos-carralero-0240448.htmlA. Ramos Z.Escribiendo en Mismaloya, México.Mayo, 2016
Ver la versión publicada en este link:
http://neoclubpress.com/el-vuelo-de-la-izquierda-0541383.html.
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Nota
Este es el primero de 4 escritos:
El vuelo de la Izquierda,
El vuelo de la Derecha,
El Vuelo de la Locura (Las ideologías contraculturales en el postmodernismo).
Reflexionando a Erasmus (los nuevos locos).
FOTOS DEL VUELO DE LA IZQUIERDA
Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre en Beijing, China, 1955. Ambos apoyaron el stalinismo, el maoísmo y el castrismo. |
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